Ésta será mi carta de presentación. Un pozo sin fondo bajo mis pies, y mis brazos pendiendo de un fino hilo. Es esa pequeña línea entre conseguir lo que más deseas en la vida y caer a lo más profundo de la desesperación y el desafortunio. Elegí escribir estas líneas porque necesito que alguien oiga los gritos que entono en silencio. Mi pesar se ha convertido en aire, el que me golpea cada mañana cuando abro la ventana de mi habitación, y veo la vida real. ¿Para qué hacer todo eso si no va a ser valorado? ¿Seré yo la que está creándose una burbuja en la que todo sale mal? ¿Serán los demás los que intenten decirme algo, utilizando sus miradas vacías y sus frases ambiguas? Al final y al cabo, la vida es fácil, aunque pocos se hayan dado cuenta. Lo malo de la vida es lo que hemos creado sobre ella. Desde mi pesimismo es un sistema de valores adquiridos por los cuales alguien, además de la razón, sale perdiendo. Probablemente, amigos y amigas, las anteriores palabras no hayan aclarado quién soy, tampoco quién no soy, pero sí qué quiero ser.